Investigación prolongada revela impacto negativo del sedentarismo en adultos mayores
Un estudio de siete años realizado por especialistas del Centro de Memoria y Alzheimer de la Universidad de Vanderbilt analizó el comportamiento de adultos mayores mediante monitores de actividad en muñeca. Los resultados mostraron que permanecer sentado más de trece horas diarias provoca disminución del volumen cerebral, incluso en personas que realizan la cantidad mínima recomendada de ejercicio semanal (150 minutos).
Entre las áreas cerebrales afectadas destacan el hipocampo, lóbulo frontal y parietal, regiones fundamentales para funciones cognitivas como la memoria, procesamiento del lenguaje y toma de decisiones. “La memoria disminuyó y el hipocampo perdió volumen”, concluyeron los investigadores.
Factores genéticos intensifican los daños cerebrales por inmovilidad prolongada
El estudio reveló que los portadores del gen APOE-ε4, conocido por incrementar la probabilidad de desarrollar Alzheimer, experimentaron consecuencias más severas. Esta predisposición genética combinada con el sedentarismo aceleró la pérdida de materia gris en zonas cerebrales críticas, traduciéndose en un deterioro más pronunciado de habilidades mnemotécnicas y lingüísticas.
“APOE-ε4 + sedentarismo = mayor riesgo de Alzheimer”, sintetizaron los científicos en sus hallazgos publicados en la revista Alzheimer’s & Dementia.
Mecanismos fisiológicos detrás del deterioro cerebral por inactividad
El principal mecanismo identificado es la reducción del flujo sanguíneo hacia el cerebro durante períodos prolongados de inmovilidad. Esta disminución en la oxigenación y suministro de nutrientes provoca debilitamiento de conexiones neuronales, incremento de inflamación y aceleración del encogimiento del hipocampo.
Los expertos advierten que “la actividad física no basta si permaneces inmóvil muchas horas”, ya que el ejercicio no contrarresta completamente los efectos negativos de mantenerse sentado durante largos períodos.
Recomendaciones para contrarrestar efectos del sedentarismo
La investigación sugiere la necesidad de interrumpir regularmente la inactividad con movimientos frecuentes. Se recomienda levantarse al menos cada treinta minutos, realizar estiramientos, caminar o utilizar escritorios ajustables para trabajar de pie.
Estas prácticas no solo benefician la salud cerebral individual, sino que también tienen implicaciones para el desarrollo urbano sostenible. “Promover hábitos activos no solo mejora la salud individual, sino que también construye una sociedad más resiliente y comprometida con la sostenibilidad”, destacaron los autores del estudio.
Beneficios ecológicos de reducir el sedentarismo
La disminución del tiempo invertido en transporte motorizado por mayor actividad física se traduce en reducción de emisiones contaminantes y mejor calidad del aire urbano. Esta transformación también contribuye a la prevención de enfermedades cardiovasculares y neurológicas, fomentando estilos de vida más autónomos y ecológicos.