Una tradición desde 1947
En la esquina de la 8 Oriente número 12, la papelería El Tintero ha permanecido durante casi ocho décadas como un punto de encuentro para estudiantes y familias en la capital poblana. El establecimiento fue fundado en 1947 por Javier Sánchez Ortega, quien tras más de una década trabajando en el sector decidió establecerse por su cuenta con el apoyo de sus antiguos empleadores.
Orígenes y crecimiento
Javier Sánchez Ortega, originario de Puebla, comenzó a trabajar desde niño para sostener a su madre tras el fallecimiento de su padre. Su experiencia previa en la papelería “La Tarjeta” sentó las bases para su propio emprendimiento. Desde las 7 de la mañana hasta altas horas de la noche, El Tintero se convirtió en un negocio dedicado a satisfacer las necesidades educativas de la comunidad.
Un negocio con historia
Durante sus primeros años, “era el único de papelería la gente venía con nosotros solamente”, según recuerda su hijo Juan José Sánchez Carpinteyro. El éxito inicial permitió la apertura de nuevas sucursales, aunque actualmente solo permanece la original, adquirida posteriormente por la familia. Entre sus tradiciones más recordadas, destacó la entrega personalizada de listas escolares en bicicleta, un servicio que fortaleció su vínculo con las instituciones educativas locales.
De los 100 mil artículos al museo viviente
En su momento más próspero, el negocio llegó a contar con más de 100,000 artículos diferentes, ofreciendo una amplia variedad que permitía satisfacer cualquier necesidad del cliente. Actualmente, el establecimiento mantiene un espacio similar a un museo con elementos originales como impresoras, mimeógrafos y el vehículo que se utilizaba para las entregas, elementos que evocan su rica historia comercial.
El legado familiar
Aunque enfrentó la llegada de competencia en la zona, el negocio ha logrado mantenerse gracias al cariño de generaciones de clientes. “Todas las papelerías se conocían“, recuerda Sánchez Carpinteyro, destacando la camaradería entre comerciantes del centro histórico. Bajo la dirección de los hijos de los fundadores, el establecimiento continúa operando con el mismo espíritu original.
Anécdotas memorables
A lo largo de sus casi ocho décadas de operación, el lugar ha sido testigo de innumerables historias, desde encuentros con personajes públicos hasta situaciones inusuales con clientes. En su apogeo, llegó a emplear a 99 trabajadores, siendo un importante motor económico local. “Él siempre fue un hombre muy trabajador“, recuerda otro de sus hijos, quien destacó la filosofía laboral de su padre.
Desafíos del futuro
Los actuales responsables del negocio reconocen la dificultad de mantener viva una tradición familiar: “El chiste es que el negocio siga con ese nombre“, afirman, conscientes del reto que representa la continuidad generacional en el comercio tradicional.