Una educadora inolvidable
La figura de Mary Carrillo Soto, docente costarricense fallecida en 1984, recibe un reconocimiento póstumo a través de este testimonio. La maestra, conocida cariñosamente como “la niña Mary”, dedicó su vida a la enseñanza en escuelas de San Ramón de Alajuela y Palmares, dejando una huella imborrable en sus estudiantes. Su labor se prolongó hasta 1975 cuando se jubiló de la Escuela Jorge Washington.
Primeros pasos en la lectoescritura
El autor de este artículo, alumno de la maestra en 1968, relata cómo Mary Carrillo utilizaba el Silabario Castellano y una pizarra tradicional para enseñar ortografía con pasión y dedicación. Su compromiso trascendía el aula, pues ofrecía clases adicionales en su hogar a los estudiantes rezagados. La residencia de la educadora, ubicada cerca del templo El Tremedal, se convertía en un espacio de aprendizaje y recreación donde los niños recibían además tosteles y refrescos.
Legado de amor al magisterio
Gladys Reyes Carrillo, sobrina de Mary y quien la cuidó en sus últimos años, describe a su tía como una mujer entregada a la educación y a sus alumnos: “Era un amor con los chiquitos”, recuerda. La maestra, hija de José Joaquín Carrillo Solís y Lucila Soto Fernández, dedicó su vida a criar a sus diez hermanos y formar a nuevas generaciones. Aunque no tuvo hijos propios, “amaba a los niños y se entregaba a ellos completamente”, afirma su familiar.
Detalles de una vida dedicada a la enseñanza
Además de su vocación docente, se destaca el carácter religioso de Mary Carrillo, quien todos los jueves rezaba al Santísimo. Su sobrina recuerda también sus aficiones cotidianas: “Lavaba a mano y planchaba divino, le gustaba dejar la ropa impecable”. Entre sus anécdotas personales, doña Gladys menciona una advertencia que solía darle su tía: “No me iba a dejar tener novio hasta que tuviera un título universitario”.
Un agradecimiento tardío pero sincero
El periodista José David Guevara Muñoz, autor de estas líneas, explica que escribió este homenaje para expresar su gratitud hacia quien le enseñó a leer y escribir. Cinco décadas después de haber sido su alumno, reconoce cómo aquellas primeras lecciones le permitieron desarrollar dos actividades que le han dado grandes satisfacciones: “leer y escribir de manera fluida”. La maestra falleció el 21 de febrero de 1984 en el Hospital México tras una operación quirúrgica, rodeada del cariño de la familia de su hermano Warner Reyes Carrillo.
“¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces al día dais las gracias? (…) ¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias?”