Un vínculo que salva vidas
Keila Barral Masri, una mujer argentina de 34 años con epilepsia refractaria, vive con la constante presencia de Harry, un perro adoptado que ha desarrollado la capacidad instintiva de anticipar sus convulsiones. Según relata, “Harry detecta un cambio en mi olor, una especie de feromona que libero antes de una crisis, y me aúlla. Entonces, gracias a su aullido, yo sé que va a venir una convulsión y me recuesto; él se sube arriba mío para que no me golpee”.
Un diagnóstico tardío y un emprendimiento disruptivo
Su padecimiento comenzó a los 16 años con síntomas como migrañas diarias, vómitos y mareos, pero tardó siete años en obtener un diagnóstico certero: dos tumores cerebrales. “Me decían que estaba exagerando, que era emocional. ¡Me hicieron hasta una colonoscopía, pero nunca una tomografía!”, recuerda con frustración.
Esta experiencia la motivó a crear Cromodata, una plataforma tecnológica que busca combatir la fragmentación de datos médicos en América Latina. Según explica, “cada médico veía un pedacito de mi historia, pero nadie la foto completa. Y sin información, no hay diagnóstico posible”.
Cómo funciona la solución tecnológica
El sistema opera en el back-end de instituciones médicas, permitiendo el intercambio seguro y anonimizado de datos clínicos entre hospitales, clínicas y empresas farmacéuticas. “Nuestra tecnología permite que esa información se mueva de un punto a otro sin ser interceptada ni vulnerada, y sin poner en riesgo en ningún momento la identidad ni la privacidad de los pacientes”, detalla Keila.
El modelo de negocio incluye una comisión del 30% por operación y licencias únicas para garantizar que los datos no sean revendidos. Con presencia en Argentina, Chile, Perú, Uruguay y República Dominicana, ya conecta a más de 47 centros médicos y gestiona más de 20 millones de imágenes médicas.
El camino hacia Silicon Valley
El proyecto fue seleccionado por Draper University, permitiendo a Keila viajar a Silicon Valley con Harry, su perro asistente. “Para mí, Silicon Valley es como Disney. Siempre soñé con estar ahí. Y llegar con Harry me emociona el doble”, comenta entusiasmada.
Durante seis semanas participará en mentorías, reuniones con inversores y sesiones de pitch. Su objetivo es expandir Cromodata a México y Brasil, y conectar más centros médicos en Argentina. “Invertí todo: vendí mis cosas, me mudé a un monoambiente, reinvertí todo en el proyecto. Hoy tenemos lista de espera para conectar nuevas clínicas”, asegura.
Una misión que trasciende la tecnología
Keila espera que su experiencia sirva para acelerar diagnósticos en la región. “Mi objetivo es que el diagnóstico de una enfermedad crónica pase de 5 a 10 años —como sucede hoy en la región— a menos de 2 años, como en Estados Unidos. Y, a largo plazo, a los niveles de Israel: entre 3 y 6 meses”.
Finaliza con una reflexión: “No se trata solo de tecnología. Se trata de cambiar lo que me pasó a mí para que no le pase a nadie más”.