Evidencia satelital revela daños reales
Imágenes desde el espacio han confirmado la magnitud real del ataque con drones ucranianos contra bases aéreas rusas. Inicialmente se reportó la destrucción de 41 aeronaves, pero los análisis recientes corroboran la pérdida de al menos ocho Tu-95MS y cuatro Tu-22M3, considerados activos estratégicos para Moscú.
Operación con inteligencia artificial
El ataque, coordinado por el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), utilizó drones avanzados con algoritmos de inteligencia artificial. Estos dispositivos, en caso de perder señal, siguieron rutas preprogramadas y activaron sus cargas explosivas automáticamente al alcanzar los objetivos, demostrando un alto nivel de sofisticación tecnológica.
Daños comprobados en bases rusas
En la base de Belaya se observan restos de tres Tu-95MS y cuatro Tu-22M3, todos en zonas operativas, lo que indica que estaban en pleno funcionamiento. En Olenya, las marcas de impacto y fuego confirman la destrucción de al menos cinco aeronaves, incluyendo un avión de transporte An-12.
Golpe a la aviación de alerta temprana
El ataque también afectó a los aviones A-50 en la base de Ivanovo, aunque no hay imágenes que demuestren daños totales. Hasta ahora, se habían destruido dos A-50 y otro fue dañado en Bielorrusia. La posible pérdida de más unidades en Ivanovo representa un golpe crítico a la capacidad de detección aérea rusa, debido a la escasez y dificultad de reemplazo de estos aparatos.
Análisis de daños menores y confusión
En Dyagilevo y Ukrainka no se detectan daños visibles, aunque no se descarta la posibilidad de afectaciones menores por metralla. Algunos analistas han confundido tácticas rusas, como la colocación de neumáticos sobre las alas de los aviones, con restos calcinados. La confirmación definitiva requerirá imágenes futuras, pero el encubrimiento ruso podría complicar el análisis.
Impacto estratégico y simbólico
Más allá de las cifras, este ataque subraya la vulnerabilidad de los activos más valiosos de Rusia. Los bombarderos destruidos estaban armados con misiles de crucero Kh-101 y listos para atacar Ucrania, lo que valida su importancia como objetivos. La pérdida de estos aviones, fuera de producción desde hace décadas, representa una herida permanente para la aviación rusa.
Repercusiones en la estrategia rusa
El ataque obliga a Moscú a reevaluar la ubicación de sus bombarderos, que ahora deberán operar desde bases más alejadas, reduciendo su eficacia. Además, ha generado inquietud entre las tripulaciones rusas, algunas de las cuales han comenzado a pintar referencias a los aviones destruidos en sus municiones, evidenciando el impacto psicológico del asalto ucraniano.
“El hecho de que no haya forma práctica de reemplazar los Tu-95MS ni los Tu-22M3, ambos fuera de producción desde hace décadas, convierte cada pérdida en una herida permanente para la aviación estratégica rusa.”