Hallazgo fortuito en Teotihuacán
La intensidad de las precipitaciones registradas a finales de 2003 en el área arqueológica de Teotihuacán provocó la formación de una cavidad de cinco metros de diámetro frente al Templo de Quetzalcóatl. Este fenómeno natural permitió el descubrimiento de un pasadizo subterráneo construido por los habitantes de la antigua ciudad mesoamericana.
Exploración tecnológica y excavaciones
El equipo liderado por los arqueólogos Sergio Gómez y Julie Gazzola, con apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), implementó escaneo tridimensional y georradar desarrollado por Víctor Manuel Velasco del Instituto de Geofísica de la UNAM. Esta tecnología confirmó las dimensiones del túnel: aproximadamente 100 metros de largo y una profundidad de casi quince metros.
“El túnel es una materialización metafórica del inframundo”, explicó la Secretaría de Cultura de México, destacando que representa un espacio sagrado utilizado para rituales vinculados al ciclo cósmico y la transmisión de poder. Los investigadores retiraron más de mil toneladas de escombros durante el proceso de exploración.
Significado simbólico del descubrimiento
El pasadizo, orientado de oeste a este, fue sellado en múltiples ocasiones por sus constructores originales. Gómez, director del Proyecto Tlalocan: Camino bajo la tierra, señaló que “se trata de uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del siglo”, permitiendo comprender mejor las creencias de esta civilización.
Los estudios indican que los teotihuacanos concebían este túnel como una representación del inframundo acuático, espacio central en su cosmovisión dualista donde muerte y vida estaban intrínsecamente ligadas. Las marcas dejadas por herramientas de piedra, hueso y madera endurecida permanecen visibles en las paredes del túnel.
Centro simbólico del mundo teotihuacano
El Templo de Quetzalcóatl y la Ciudadela conformaban para esta cultura el eje cósmico que conectaba los tres planos universales: cielo, tierra e inframundo. Este hallazgo confirma la importancia de la zona como epicentro ritual y simbólico de una de las civilizaciones más enigmáticas de Mesoamérica.